"Debo admitir que todo es muy distinto sin ti ...", sonaba la canción en la radio, en la tv y la computadora. Una especie de evento predeterminado que no sólo se podía interpretar como algo divino, sino también como una coartada perfecta para el crimen más dramático que se podía descubrir.
Nada de eso ocurrió, no aún.
La mañana fría salía con fuerza, el débil sol se perdió tras la niebla espesa. Juneth dormía junto a su marido, tranquila aún, ya que las 6:30 de la mañana no sonaban en el reloj. Karina, la hija de la pareja, vivía en un sueño hermoso de princesas y hadas. Todo perfecto, quizás el sueño más lindo que pudo tener; ella vestía un traje rosa, largo y amplio, y caminaba por un prado de flores bellas... en el horizonte pudo divisar a su príncipe, vestido con un elegante traje azul, y montado sobre un caballo blanco. Escuchó el rechinar del animal, y el príncipe se acercó a ella. Bajo de su corcel, se aproximó, quedando junto a su oído. La niña lo miró, y él a ella. Subió la mano, y acarició la mejilla de Karina, y luego le tapó la boca con mucha fuerza. El sueño había terminado, ahora un sujeto desconocido la amenazaba con un cuchillo y le tapaba la boca con ira.
El abrir de la puerta en la habitación de la niña, despertó a Juneth, quien alarmada se levantó y fue a ver que ocurría. Al encontrarse cara a cara con el asaltante y la niña, se quedó inmóvil. El sujeto la agarró por la espalda y con una pistola, le amenazo de muerte si gritaba.
El maleante las tuvo secuestradas en la habitación de la pequeña por mas de 4 horas, y aún faltaban dos para que el despertador cumpliera su función y sacara a Rubén, de su estado inconsciente, adormecido.
¿Alguien sabrá de todo lo que ocurre?
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Es silencio, congelando la sangre de las víctimas, el frío destruyendo las esperanzas de vida. Todo estaba mal, por el suelo, igual que la dignidad de las mujeres. Sin que aún sonara el despertador en la habitación del fondo, donde el marido estaba rendido en los brazos de Morfeo, en el cansancio ya consumido. Rubén sentía el lado en donde dormía su mujer, frío.
Algo extraño lo hizo bajar de su cama y ver donde estaba su amada, recorrió toda la casa, sin entrar aun al cuarto de la niña, donde Juneth permanecía boca abajo sobre la cama, y Karina temblando de miedo en el rincón de esta última. La mujer había sido maniatada y ultrajada por el asaltante, la niña vio todo, inmutada y destruida por las imágenes.
Rubén, buscó dentro de la habitación de la niña, inició su recorrido por el suela, donde todo estaba en el suelo, con dos pisas de barro espeso, grandes y extrañas, siguió observando, y observo tres siluetas, una sobre la cama, de espalda al parecer, una en un rincón de la cama y finalmente un sujeto, aparentemente hombre, delante de la primera figura, desviando su mirada hacía el umbral, viendo al nuevo sujeto que se unía a la historia.
El malhechor se abalanzó sobre Rubén, quien lo golpeó con fuerza en el vientre tirándolo al suelo. Luego se fue donde su mujer y la sentó sobre la cama, la abrazó y acerco a su hija Karina. El asaltantes se repuso y con la pistola, encañonó al marido, Juneth gritó son control y cubrió a su hija, la puso contra su pecho y la dejó allí.
Los dos hombres comenzaron a pelear, un ir y venir de golpes, hasta que Rubén cae al suelo e inicia una sacudida de golpes, patadas sobre su tórax, cara, piernas, todas partes. Juneth no pudo contener la ira, y atacó por la espalda al hombre. Mala jugada, éste utilizó su cuchillo y la apuñaló, justo en el seno derecho. La tiró al suelo también, partiendo con el ritual de golpes.
Karina, muda y casi sin respirar vio todo, cada momento. Hasta que en la habitación del fondo, sonó el despertador. El sonido puso nervioso al ladrón, y comenzó con golpes muy atolondrados que hicieron que cayera su pistola, sin tener conocimientos de lo ocurrido. La niña tomó el arma y lo amenazó con un grito, más bien de heroína que de una frágil pequeña de no más de 11 años. Es asaltante se rió, y se aproximo a ella, con claras intenciones de querer violarla y darle muerte luego.
Empuñó el revolver y se la apegó al pecho, el hombre se le acercó y la abrazó, de fondo se escuchaba el inicio de una canción.
Un disparó distorsionó la música, y Karina cayó a la cama con el cuerpo inerte de su victimario.
"Debo admitir que todo es muy distinto sin ti ...", sonaba la canción en la radio, en la TV y la computadora. La alarma anunciaba las 6:30 y el A saltó! Más curioso.
Una niña y un muerto en la cama, y los padres tirados en el suelo, sin poder caminar.
sábado, agosto 12
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