miércoles, mayo 22

El Parque Inéz de Suárez

Eran dos niños en el Parque Inés de Suárez.. Cada uno de ellos jugaba de forma separada en cada uno de los extremos del parque, sin cruzar palabra alguna.  Creo que un par de veces se vieron, y tuvieron la intensión de invitarse a jugar, pero siempre habían más amigos con los que se podía entretener.

Un día la niña dejó de ir al parque, porque tenía que comprar cosas en el almacén de la vuelta, sin embargo pasaba por el parque, lo cruzaba para ver si algunos de sus antiguos amigos aparecía en su encuentro. Sin embargo ellos jugaban tan felices, que casi no notaban su presencia.  Pese a todo, ese niño que jugaba al otro extremo del parque, si la veía, a pesar de jugar todo el tiempo con sus amigos, la lograba ver y le intrigaba verla.

Un día nublado, cuando estaba a punto de llover, ambos niños se encontraron en el almacén. Ella ya no pasaba por el parque, él ya no se divertía jugando. Y bajo la necesidad enorme de desahogarse, ese día comenzaron a hablar.  Así pasaron la tarde, mientras tanto comenzó a llover, el frío era desagradable. Pero entre tanta conversación y momentos graciosos, ese frío casi no importaba.

Comenzaron a juntarse fuera del parque, para caminar a través de él para charlar y reírse juntos; también recordaban a sus amigos, y esas extrañas sensaciones del ayer, pero cada día de charla era menos importante el pasado y más valioso el presente.   Aprendieron a jugar juntos, a conversar de todo, a reír y a discutir.  A imaginar animales mágicos, y a sentir el agua en sus pies. Juntos comenzaron a cuidar a un perro callejero, y el Parque Inéz de Suárez comenzó a ser nuevamente amigable.  Incluso en los días de frío y lluvia, era agradable estar allí. Los días de calor, los disfrutaban bajo la sombra, y gozaban con el canto de los pájaros.

Los días de penas profundas, ambos se abrazan bajo el sol de verano, y aquellos días de mucha alegría lo celebran con un buen consomé de pollo.  Se invitan a sus casas para ver series divertidas, y se quedan juntos para esperar la mañana. Hablan de hacer una fortaleza donde poner sus juguetes, y de tener perros y gatos amigos. Hablan de cosas lindas y feas, pero todas adornadas con flores. Su fortaleza será en el Parque Inéz de Suárez, desde allí verán las estaciones del año pasar.

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