Somos pájaros de luz, que volaron sin destino y punto. Somos los que huyeron de la nada, el vacío impostergable de la vida. La tentación creciente de mi estomago se hace grande y la ansiedad me consume por sólo reencontrarte.
Fugaz fuego, sin brisa, el aire se ha vuelto casi un espejo donde no se puede convivir. La niebla de mis ojos llorosos están, como ya sabes, envueltos en papel Alusa, aquí esperando por lo inseparable.
Estoy pasando por momentos de letargo, donde lo más simple se vuelve complejo y termina llevándome a situaciones inverosímiles. Se me pasan sueños por mi cabeza, imágenes de lo que mi inconsciente desea, pero que duda a la vez. Estoy en sueños largos. No logro descansar de noche, y duermo hasta la tarde más larga de verano. No tengo ganas de caminar, pero no quiero estar aquí encerrada. Estoy voluble, estoy como el viento y el mar, cambiante e inesperado. A veces arriba, luego muy abajo. Me siento casi llena, de pronto me veo vacía. Quiero jugar y sentirme niña, quiero correr y recorrer Santiago como una mujer. No se muy bien que quiero, y de lo que poco tengo seguridad, creo que no responden a ello como quiero...
Creo que como siempre me veo engañada por espejismos, por sueños e ilustraciones de cuentos. No cuestiono lo que se siente por mi la gente, no quiero llenarme de dudas, ni hacer sentir mal a la gente. Trato de no hacerlo, y a veces pongo en jaque mi amor propio.
Estoy desterrada de mi propio cuerpo, estoy extraída de mi mente por un amor incomprendido incluso por mi. Estoy exenta de todo sueño banal, y completamente envuelta en incertidumbre y momentos memorables.
Creo que a pesar de todo, de mi malestar espiritual y físico, estoy bien. Estoy llena de sentimientos, estoy viva. Quiero volver a tener compañía de esa que te hace única y querida.
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