miércoles, mayo 28

Agua

Había musgo en las paredes, hojas repartidas en el piso, la tapa del inodoro abajo, el agua de la ducha corría y corría, allí mismo estaba la rasuradora del papá, desarmada y su filo permanecía junto a los otros trozos de máquina. La llave del lavamanos estaba cerrada, pero en él se ha ha posado el agua desde ya hace varios días.

Las peinetas están repartidas por las orillas, justo frente al lavamano, y apegado a un espejo del tamaño de la habitación de 5 por 5 metros; junto a los peines, lleno de mechas de pelo. En un costado de la pared, en el enchufe, estaba conectado el alisador de pelo que yacía quemado por un corto circuito. Había un par de colets junto al dañado artefacto. Y colgado desde la manilla de la puerta cerrada con pestillo, las toallas húmedas.

La ventana de la habitación estaba abierta y por ella entraba el frío de la noche de invierno. Había llovido como nunca antes; y como es habitual, después de cada lluvia una ola de frio, pero esta vez fue el frio mas intenso. La habitación parecía juntar todo el frio de la semana y encerrarla por varias semanas.

Era de noche y la sala estaba tenue, iluminada solo por el reflejo de una luz publica que se veía en la calle. Hay sombra, sombra, sombra y un pequeño rastro de luz, rodeado de mas sombra.

Esta desnuda, temblando, casi morada de frio. Con el cuerpo húmedo, quieta bajo el agua que cae constantemente de la ducha. No habla, no emite sonidos, sólo una respiración algo cansada, intranquila. Está con los brazos caídos, la espalda levemente encorvada. La boca entreabierta por donde entra el aire helado. Su mirada está fija en la gota 900 que hay fuera de la ducha. La observa desde siempre.

Se escuchan murmullos desde afuera, un alarido pequeño, y luego una pregunta. Forcejean la puerta y replican "Te lo ruego, abre, tres días así, y no puedo más"; un nuevo forcejeo y un llanto desenfrenado al otro lado de la puerta. Carol no hace nada, sigue mirando la gota 900. Tras la 35va repetición, ya no se escuchan mas lagrimas, la respiración angustiosa se profundiza y se mezcla con el ritmo del agua que cae. Ella permanece tirada en el suelo ahora, con sus muñecas cortadas y esperando el momento en que el agua se termine de llevar su sangre y quede limpia, su asquiento cuerpo, su sangre intoxicada y su dignidad destrozada no la dejaba vivir; quería purificar su alma de eso que llamo engaño y profanación.

2 comentarios:

Sin nombre dijo...

El texto me descubrio en un momento de melancolia, una buena forma de suicidio, agua y sangre.


Besos

Adios

Sin nombre dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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