Estoy desnuda y esperando en mi cama a una noche larga. Busco entre las sábanas, algo con lo que me pueda cubrir para calmar el frío del alma. Y si hoy la piel me sirve de escudo para calmar el latir del corazón, pues la usaré como tal y me veré tal vez.
A veces soy como un animal, de aquellos celosos, que necesitan cariño y ser admirado. Soy una gata, y pocos lo saben, nunca me comporto como una cuando muchos me conocen. Hoy la gata necesita cobijarse en la oscuridad de la noche y cerrar los ojos. No pensar más en el frío, y la soledad que esto implica. Ronroneo para buscar a alguien que me escuche y me ayude a ponerme esta piel tan ajustada a mi.
A veces frágil como el algodón de azúcar, me deshago en la cama, me derrito. Y entonces busco, por un momento que me acompañen si buscar otra cosa que no sea compañía. Y entonces me vuelvo a deshacer en la cama, y me intento imaginar como sería estar abrazada a algo, alguien que sólo transmita cariño, algo puro, simple y magnífico.
Trato de hablar con la sombra en la pared, necesito que me ayude a encontrar una sombra como esa. Una figura como esa que complete la imagen perdida de mi mente, y extrañada me pregunto sí existirá. La sombra no me respondió, y el silencio me sigue hablando en melodía de viento, con gritos de contención y reserva. Calla silencio, calla. Qué no puedo más con tu chillido de tormento. Para, porque el frío me consume, y aún no encuentro a quien me proteja de él.
Y por primera vez necesito, exijo, reclamo tener la piel puesta para impedir el daño. Y me urge protegerme de los lamentos de la luna, de las lágrimas de las estrellas, de esta puta sábana que sólo me rompe lo más indefenso de mi ser, mi alma. Y ordeno que se vaya la sombra, para que llegue quien debe venir a mi rescate. Reclamo con todo mi ser que por vez primera no aparezca nuevamente ese hoyo profundo que me arrastra a lo más hondo, y no me deja salir. Y es que si nadie me salva esta noche larga, que llamo vida, simplemente mi camino será oscuro y no veré ni escucharé ni sentiré ni temblaré ni me excitaré ni presentiré y me quedaré sola en un camino de piedras. En esta cama vacía sin aromas, caricias o llantos. Porque estas sábanas no siempre van a proteger mi alma. Mi cuerpo. Hoy estoy tan desnuda. Y no quiero que el silencio me cubra. No quiero perderme en sus gritos, no quiero, no quiero, no quiero.
sábado, agosto 11
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