Invitación al Mar

Mientras paseaba por el acuario mental, de una de las vitrinas vi salir un pulpo de grandes tentáculos, que se apoyaban con brutalidad sobre el piso. Alrededor, la gente corría, quizás para salvar la vida de sus hijos o la propia. Por el otro, vi a las mantis religiosas, pegarse al vidrio y con un aparato extraño, romperlo por completo. Creo que todo lo que veía no era lógico, ya era tarde para reparar en aquello, ya que el pulpo estaba frente a mi, con su altura amenazante, y sus gigantescos tentáculos rodeándome por todas partes, así que muy digna de mi, lo miré fijamente, mientras sus dos ojos grandes se incrustaban en los míos. Aterrada le dije:

-Mucho gusto, Señor Pulpo.- Sonreí luego.

Él pareció no hacer el más mínimo gesto; cuando extrañádamente me respondió.

-Por fin un humano que sabe hablar. - Replicó- Mucho gusto, ¿Sabes cómo volver al mar?

Le indiqué con mi mano, hacia las afueras del acuario, donde a metros estaba la bahía, mientras mis piernas temblaban como si fueran de gelatina.

-Gracias- Dijo el pulpo - No sabes cuanto tiempo esperé hablar con uno de ustedes. Estás cordialmente invitada al mar. - Dicho esto, se retiró al rumbo señalado, mientras en el acuario sólo se respiraba vacío.