Venga Mi Putita!

"Las putas te hacen sentir bien. Lo veo en tus ojos cuando el sexo cubre nuestras noches de vacío, alcohol y cigarrillo".

Como es de costumbre, las mujeres de mi “barrio rojo” se preparan. Como un ritual, siempre después de almorzar, comenzamos un festín de locura. Pintamos nuestras uñas de un color llamativo, nos arrancamos los piojillos del pelo y dormimos la siesta acompañadas de un buen Ron o Tequila.

Tic-Tac, Tic-Tac, Tic-Tac, marca el reloj de la cocina, y el dormitorio. Todas dormimos hasta las 18 horas, y luego, continúa la juerga. “Xoga” era la más traviesa, y nos rociaba alcohol para luego beberlo de nuestros pechos. Siempre me da cosquillas.

La “Xoguita” la dejaron tirada a su suerte a los 10 años, sus viejos ni la tomaban en cuenta. La encontramos muerta de hambre, así que la acogimos, le enseñamos algunos truquitos para atraer público (Mostrar mucha pierna, agrandarte como sea los pechos, no ocupar ropa interior, y cuando el auto pare, tu sólo levanta la pollerita y muestra. Pero que no toque eso sí, porque eso vale platita) y a trabajar no más.

“Lulú” es tan cariñosa, que me despierta con los besos apasionados en mi boca. A veces duele, muerde muy fuerte, pero sé que es producto del Éxtasis, ella es loca (Ella le gusta masturbarse en la iglesia. Le gusta el cura, y bueno, por más que se insinúa, nunca le resulta. Aunque la otra vez me contó que al cura se le asomó el miembro, y se le humedeció hasta el hábito).

“Nika”, mi niña adorada siempre celosa de “Lulú”, se tira sobre ella y me la quita de encima. Luego, me acaricia, me agarra con sus manos. Es capaz de arrancarme el sexo, así es como me desea. Ella sin drogas es una “tigresa” y con drogas una asesina.

“Nika” hace tres años salió de la cárcel, por asesinato. (El hombre que la subió al auto, era un degenerado. La obligaba a tener sexo con su perro, un Gran Danés, y ella jamás hacía eso. Cuando él ocupó la fuerza, reaccionó. Simplemente debía sacar la cuchilla y revolverle los intestinos, lo malo es que él era de la policía, y no pasó desapercibido esta vez). Y bueno, ustedes conocen la justicia, se vende fácil, o compra rápido. Unas tardes a solas, el Juez y ella; y el caso resuelto.

Recuerdo cuando llegó, venía feliz, y yo, yo simplemente la besé (mi novio se puso celoso, pero ya poco me importaba, la noche anterior nos habíamos conocido, y no le veía futuro a la relación). Esa noche no fui a trabajar, me quede acompañándola. Me reí como nunca, me hablo del Juez y su mediocre protuberancia. Nunca se excitó el viejo, pero lo pasó genial. Jamás la habían bebido con tantas ganas, nunca como en esas tardes de descontrol.


Pues bien, luego de las caricias, “Nika”, “Lulú”, “Xoga” y yo pasamos al sexo en la ducha, siempre lo hacemos, es muy entretenido, deberías intentarlo. Claro, si no te gusta con chicas, hazlo con hombres, pero te aseguro que no sentirás lo mismo.

Finalmente, llegó la hora de vestirse, sacamos las polleras mas pequeñas, de esas que solo te tapan un poco el culo. Una remera (polera) de cuero ajustada con grandes encajes, y las botas regalonas, esas que jamás te quitas porque te traen la suerte. Mucho perfume barato, labial rojo en los labios, delineador fucsia en los ojos y cartera (equipada con cuchillo, condones, un tampón, y alcohol).


Cerré la casa cuando todas salieron, y llame a mi Señor para que me cuidara, y a mis amigas también. A las 23 horas nuestras carteritas se mecían con nerviosismo, y ningún auto paraba. Hasta que, como cada noche llegas en tu auto Mercedes-Benz, saludas a mis amigas, me pasas un fajo de billetes y la puerta de tu carro se abre.

(Mmm, huelo el aroma a marihuana, a tu cabello perfectamente limpio y tu perfume de clase, un Diávolo de Antonio Banderas), te saludo con un beso, y coloco mi mano en tu entre piernas. Me despido de mis amigas con un beso y cerrada de ojos, y tú partes fugaz en los misterios de la noche.

Me hablas, pero no comprendo nada, estas borracho. Nos vamos al Mirador, donde apagas el motor. “Bajemos el asiento” me dices con la cabeza tambaleante, y yo sin preámbulo, hago caso. Por primera vez me sentí como objeto; por primera vez rajaste mi pollera con desesperación (Siempre te acercas romántico, cariñoso, hablamos y luego, cuando ya hemos entrado en confianza, me abres de piernas y me sorbes el sexo. Así nos pasamos la noche), ahora te tengo miedo, y lo que antes me parecía el hombre perfecto con aroma a marihuana, ahora me parece una bestia con olor a cianuro. “Venga Mi Putita”, me susurras al oído, me coges con odio, como si te desquitaras de algo. “Te juro, no tengo la culpa de aquello que te aqueja” dije.

El brillo de mi cuchilla se ve por el espejo retrovisor, sostenida por tu mano, oculta tras tu espalda. Te perdí la pista, y se que la penetración fue brusca. Me dolió hasta el pecho, y ahora me cuesta respirar.

Poco a poco pierdes la fuerza, ya no te siento como antes, por fin esta pesadilla se acabará. No me sigues cogiendo, y el aire es completamente tibio, necesito mi último suspiro y esto será pasado mañana. Ya no hay luces, y tú ya no te ves. Sin aire, no tengo pulso. “Buenas Noches Mi Amor”, te digo.