jueves, diciembre 28

Historias para oscuros veranos

El monstruo se abalanzó sobre nosotros, mientras Paloma abría aún más la puerta; hasta que nuestra silueta lo atravesó. Se cerró de inmediato, asegurando el cerrojo y colocamos un sillón para frenar la carrera de la temida bestia. Nos acorralamos, con el sudor cayendo a gotas, el temor se hacia presente a través del líquido.

La puerta se estremecía como en un terremoto, lentamente el sillón salía de lugar y abría la posibilidad a nuestra muerte.

El tiempo hace arrepentirse de algunas cosas, así me lo hizo saber Natalia que acercándose a mi, reconoció el error de hace algunos minutos, pero la desesperación nubla la mente y el alma. Fue el momento donde la amistad reinaba, pero interrumpida abruptamente por los golpes aún mas fuertes en toda la habitación ahora.

Cuando el sillón salió disparado dejando la puerta libre, los golpes cesaron, y pisadas firmes comenzaron a alejarse de la entrada. La puerta se abrió sola y el vació del pasillo nos dejó atónitos.

La habitación tenía el desagradable clímax de suspenso, aire denso, aliento agotado. Con la ventana nuestras espaldas, y la puerta de frente, abierta con el latente miedo de que otra vez regresara el ser. Simplemente caímos al piso.

Descansamos del peligro, creyendo que todo fue una horrible pesadilla de la cual todos fuimos participes involuntariamente. Giré mi cabeza para observar a todos los que estaban allí, pero la explosión atrás de nosotros, con miles de vidrios volando dejó mi intento en solo eso. Cerré mis ojos, y grité lo más fuerte posible.
El monstruo había ingresado por la ventana, destruyendo el vidrio, y dejándonos inmóviles, con la mirada aterrada, cuan animales enjaulados serán sacrificados.

El piso comenzó a agitarse, el polvillo caía desde las paredes y el techo, los vidrios rebotaban y saltaban de acá hacia allá, cercando nuestro paso lentamente. Cuando todo se intensificó, nos desplomamos al suelo, muchos sobre los vidrios, rebanándose las palmas, y sangrando. Otros cerca de ellos, entre los cuales, Chris sostuvo uno de los vidrios y lo lanzó al monstruo. Todos imitamos su accionar, pero bastaron minutos, y hasta segundos, para ver a la tan temida fiera en el suelo, inconsciente.

Aprovechamos aquel momento, para abandonar el cuarto, pero salir fue solo entrar a una nueva pesadilla.

Allí estaban sus ojos, fijos y profundos como el peor de los abismos. Yo frente a ellos, sin poder articular un movimiento, una palabra. Estática en la nada, en todo, en lo que ahora estaba perdiéndose.

Y la imagen, de cabellos largos y grises, con la cara carcomida por el tiempo, por los gusanos de la muerte, la piel casi extinguida de toda su cara pálida, de tonos putrefactos; con dientes puntiagudos y oscuros, sucios, podridos.
Me miró, y no aparto sus ojos de los míos; todos estábamos inmóviles, esperando el siguiente movimiento. La mandíbula se expandió como una goma de mascar ya desgastada, en el fondo se podían ver las larvas que comían su organismo por dentro, y que poco a poco, salía y caía por su boca, rebotando en el suelo, y buscando nueva carne, la nuestra.

Nuestros pies no reaccionaban, estábamos impactados por la escena tan escalofriante. Estancados en la puerta de salida, sólo podíamos esperar que algo aún peor ocurriese, y vaya que considerado fue el destino. Mientras las larvas se arrastraban por el suelo hacia donde nosotros estábamos, el espectro se aproximo a nosotros, con un hálito nauseabundo.

Sólo vi que se acercó y que mis piernas, instintivamente se retractaron de dar un nuevo paso. Salimos del estado de shock en el que estábamos, a unísono ordenamos que corriéramos lo mas rápido. Entramos una vez más a la habitación y salimos por la ventana ya destruida, donde nos ayudamos mutuamente.
Al fin, fuera de la casa, respiramos por un rato y pensamos frío, eso creí.

Como la idea es que compren el libro, esta historia llega hasta acá ....

miércoles, diciembre 20

Historias para oscuros veranos

Al acercarnos, notamos que faltaban integrantes. –Natalia, ¿Dónde están los otros?- ella mientras, sólo supo mirarme con angustia, y dirigió su índice hacia el sótano.

Paloma se dispuso a auxiliar a Natty, mientras Edu y yo íbamos a buscar a los desaparecidos. Nos encontramos con una oscura escalera, donde ninguna luz lograba mitigar todas las sombras de temor. Bajamos uno a uno los peldaños, rogando para que la integridad de los muchachos permaneciera intacta.

Ya abajo, ni mis manos lograba ver. Solo sentí el empujón que dio Edu para continuar la trocha. Ambos con los celulares en mano (para lograr algo de visibilidad) recorrimos lentamente el cuarto, hasta que mis movimientos no tuvieron reacción, y menos los de mi acompañante. Frente a nosotros, ambos chicos acorralados por una docena de espectrales figuras que se balanceaban de allá hacia acá. Sus miradas eran profundas, y con un amargo dejo a tristeza y odio. Nos observaron por largo rato, ejerciendo presión sobre nuestro sistema nervioso. Uno de ellos, con aspecto más aterrador, me miró sin apartar un instante sus ojos; yo no fui fuerte, y sentí que todo mi ser se hundía dentro de él. Ni siquiera podía ver mis párpados, ni sentir mi respirar. Todo estaba vacío.

Los chicos, al ver el momento justo para escapar, agilizaron sus pies, y salieron por el único acceso al sótano. Eduardo corría tras los chicos, y yo, continuaba perpleja ante la mirada insistente del espectro. Edu gritó mi nombre una, dos y hasta tres veces, pero no sentí ni el más mínimo sonido. De pronto, un zumbido fuerte retumbo en mi cabeza, y mi mente comenzó a girar en círculos. Solo veía los ojos del bestial ser, y continuaba perdiendo el control de la situación. Luego una clavada en mi hombro, y la voz lejana de alguien conocido se acercó al igual que los ojos.

Cuando comenzaba a recuperar el aliento, el control dentro de mi estado de inercia, frente a mi cara, el rostro de mi amigo concluyo el letargo producido por la oscuridad. Una fuerte ráfaga de viento nos envolvió, y el fantasma se acercó con velocidad hacia nosotros. Eduardo solo me jalo hacia abajo, y cubrió mi cabeza.
-Por el amor de Dios, reacciona. No terminaremos vivos de esta. A la cuenta de tres correremos. UNO, DOS…TRES-Dicho esto, agarro mi brazo con fuerza, y arrancamos. Subimos uno a uno los escalones, eternos en este momento y llegamos al primer piso. Desde el fondo, apareció el monstruo, rompiendo puertas y dejando sus huellas por la pared, cual rasguño de gato deja en la piel. Los chillidos hicieron que nuestros dientes se apretaran.

Desde una puerta adyacente, Paloma nos grita, aterrada por la situación, que corriéramos a más no poder, ya que de atrasar nuestra carrera, no veríamos amanecer aquel 19 de octubre.

La cacería había comenzado, las presas éramos nosotros, nuestra sangre y carne, el trofeo mas anhelado. Las piernas flaquearon a cada paso que daba. Por otro lado, Edu gritaba angustiado que acelerara el paso. Quizás esta sería la última carrera.


Continuará…

sábado, diciembre 9

Historias para oscuros veranos

Y esto se relatará como una simple historia, de esas que jamás ocurren, y que hará soñar un poco nuestra mente a algo que recién conocemos.

A continuación expondré en mi blog el libro que por asuntos obvios jamás publicaré, por falta de recursos. Lamento profundamente esta situación, pero el arte resulta costoso a la hora que expresarla.



Fecha de Creación: septiembre 13 de 2004 a diciembre 10 de 2006


Primera Historia
Creo que hay cosas difíciles de explicar, hay otras donde los hechos sirven más que mil palabras, pero lo que nos pasó es imposible repetirlo y mucho menos explicarlo, sólo pasa una vez y me pasó a mí y a un grupo de amigos que me acompañaba.

Quizás al leerlo no me crean, tal vez me encuentren loca o que sólo quiero llamar la atención, pero para mí no hace falta eso, no para que ocurriera lo que sucedió, eso antes de la reunión, que me arrepintiera de todo lo que hice, antes de que decidiera salir de allí para no regresar.

Esa madrugada del 18 de octubre fue perfecta, todos en la ciudad de Santiago de Chile celebraban un inesperado triunfo del equipo de fútbol, mientras yo con cinco jóvenes más charlábamos de lo mejor acompañados de buena música, como es el rock; comida y bebidas no alcohólicas. Marco, uno de los tres chicos que estaba allí presente, se inclinó hacia delante, ya que creyó ver una silueta muy extraña pasar por la ventana. Todos muy curioso, sacaron las linternas, yo no me quedé atrás así que salimos a ver que era eso.

Yo estoy segura que la radio seguía encendida cuando salimos de la sala, pero al regresar sin haber encontrado algo, el estruendoso sonido se volvió un silencio incómodo, no pasaban automóviles ni buses, no se escuchaba a ningún perro, y el viento parecía no existir.

Alarmarnos era inútil, así que aprovechando el agudo silencio, Paloma ordenó que las linternas se apagaran y las historia de terror se volvieron el plato fuerte de aquella oscura noche de primavera.

La muchacha sostenía una única linterna encendida apuntando hacia su cara, el cabello que tenía suelto, y que era de mucho volumen, le daba un toque más espeluznante; su historia relataba a un grupo de personas que huían de un psicópata; de pronto, desde nuestro pasillo el sonido de unos zapatos acercándose nos hizo callar. Natalia se levantó inmediatamente diciendo a viva voz que se acercara, que no le temía, fuere lo que fuere. Normalmente ella reaccionaba así, y a pesar de ser una chica bajita, muy delgada, que se veía frágil ante las miradas de otras personas, ella era muy fuerte, con un carácter complicado, ella es mi amiga, y se por que se los digo.

También se encontraban ahí, Eduardo, quien había llegado al país hace muy poco; ¿Por qué había llegado?, él es del otro lado de la cordillera, para quienes jamás se manejaron con geografía, es de Argentina, lo conozco del famosísimo MSN, un tipo de comunicación a través de la red. Y aunque no quería invitarlo ni mencionarlo en este relato basado en la realidad, estaba presente Christopher, un muy buen amigo de Natalia, más que un muy buen amigo de Natalia. Él debe medir como 1.71 centímetros, es moreno, y a mi parecer nada de interesante, pero bueno, es un “cercano” de mi amiga, era la única manera que ella sonriera para ese día. Los sonidos de zapatos continuaron, luego un instante mudo, prendimos las linternas, pero nuestra mala suerte nos seguía y los aparatos comenzaron a parpadear hasta que la luminosidad que expelía desapareció por completo. Quizás, en otras circunstancias más agradables, hubiese sido una noche romántica, por que la luna nos daba luz, pero la situación no se daba para eso, la luz entrante le daba forma a la silueta de Chris, nuevamente las pisadas se sintieron, ahora con más fuerza y rapidez, el piso se remecía como en un temblor, y un viento frío meció mi pelo, pudo haber sido por estar frente al a puerta o quizás la respiración de alguien, pero el tiempo me dio la respuesta que buscaba. Tras el contorno de Christopher, una imponente figura, cuyos ojos eran rojos, alzó su brazo y lanzó un chillido molesto.

La sala en donde estábamos no era grande, todos estábamos juntos, por la falta de espacio y eso implicaba que el monstruo estaba junto a nosotros, a pocos metros, a la espalda de Chris. Natalia no supo que hacer, fueron milésimas eternas, tan eterna que un impulso de energía le dio la posibilidad a Naty de reaccionar, así se tiró sobre el chico, cayendo al suelo y evitando que el monstruo penetrara sus filosas garras en el abdomen del chiquillo.

La alfombra que tenía el suelo sirvió de amortiguador y el sillón frente a la ventana como apoyo para pararse y arrancar.

Cruzamos el pequeño, angosto y oscuro pasillo, mientras el extraño ser nos seguía la huella, Natalia quien había salido de las primeras, dirigió al grupo por un buen rato, luego de atravesarlo, los pasos ya no se oían, era insospechable la adrenalina que corría por nuestra sangre, las caras de espanto, eran el fiel retrato de lo que habíamos vivido, de lo que aún teníamos que vivir; Chris impactado cae sentado al piso, mirando la nada, sus ojos no tenían dirección.

-¿Qué fue eso?- pregunta con una ágil respiración, Paloma - ¡¿Qué mierda fue eso que apareció allá dentro?! - Repite gritando enfurecida.

Yo no supe que responder, me sentía responsable de algo en lo que yo no tuve nada que ver, tuve la sensación que todos me miraban esperando alguna respuesta, con miles de pensamientos en la cabeza, y todos contra mí. Preferí guardar silencio, y comencé a caminar lentamente hacia el interior de la casa, era preferible estar dentro de ella que afuera, donde los arbustos estaban tan copados, que parecían murallas.
Me gritaron que no entrara, pero no hice caso - ¿Qué malo podría pasar?, afuera quizás habían más monstruos – les dije a todos, ellos se quedaron extrañados y por inercia decidieron caminar tras de mí.
Comenzamos a cruzar el oscuro corredor, los umbrales del lado derecho tenían un pequeño destello, era por la luna. El viento empezó a azotar la casa con un leve poder de lluvia, mecía los árboles, y el choque con la ventana trasera daba un pequeño silbido lúgubre, nuestros pasos eran lentos, cuidadosos; y cada vez que nos enfrentábamos a una puerta, nos deteníamos, girábamos el cerrojo y nos asegurábamos que no hubiese nada ni nadie dentro del cuarto. Cuando ya habíamos abierto tres de las cinco puertas nos detuvimos, puesto que vimos interrumpido el paso de la luz de luna. Nadie se atrevió a emitir el más mínimo sonido, nos miramos tratando de respondernos ¿Quién abriría?; avanzamos al otro costado de la puerta, el silencio permaneció, hasta que una carrera se sintió a nuestras espaldas y un golpe fuerte en la puerta la trizó. Intentamos calmarnos y tratar de abrir la puerta sin que se rompiera en mil pedazos. Eduardo giró la manilla y el “clic” de la cerradura nos aseguró que estaba abierta; revisé cada rincón de la habitación y no encontré nada, creímos necesario seguir revisando, dimos uno, dos, tres pasos y una explosión se sintió atrás de nosotros, giramos en 180 grados y vimos al mismo monstruo que nos había amenazado; ahora con mayor claridad, tenía gigantescos colmillos, y una mandíbula muy abierta y babosa. Estoy segura que nuestros corazones se aceleraron y nos ayudó para que arrancáramos de allí.

Corrimos lo más rápido posible mientras el monstruo pisaba nuestras sombras, destruyendo su figura en el espacio, para cuando el ser casi nos agarraba la cabeza, los pulmones inhalaban el aire denso, una asfixia intolerable. Nuestras mentes comenzaron a perder la noción del tiempo pero nuestro objetivo era claro: llegar a la quinta puerta vivos, sanos y salvos.
Para cuando lo conseguimos, cerramos el acceso y respiramos hondo para reponernos del impacto causado por la misteriosa aparición; entonces Natalia se abalanzó sobre mi, recogiendo con furia mi polera (conocida en otros lados como “remera”) y me grito con tal poder que me quedé atónita mirando su próxima reacción -¡¿Qué pretendes.... matarnos?! Responde, ¡¿PRETENDIAS TRAERNOS A NUESTRA MUERTE?! ¡Responde! . Rápidamente golpee su mano, alejándome furtivamente de ella y le replique con desesperación que este lugar lo conocíamos ambas y que en ese tiempo jamás vimos algo similar a lo acontecido. No lo reconoció. –No se que pretendías, se supone somos amigas, pero me equivoqué contigo, nunca nos has considerado como tal- No sabía que responder, en ningún momento tuve esa intención. Todos silentes miraban la explosiva discusión hasta que Chris y Marco rompieron el silencio diciendo firmemente ¡te apoyamos Natalia!.

Las puertas que nos separaban de las bestias, se debilitaban por el constante golpeteo. Marco, por otro lado, gritaba y exigía que era mi obligación ir a buscar ayuda, sacarlos de allí, encontrar la tan ansiada salida, aún sabiendo que salir de ese lugar era ir a mi propia muerte, los monstruos esperaban hambrientos de carne humana y deseos de probar sangre tibia.

Natalia con una sonrisa sarcástica le pregunta a todos – Y ¿Tú crees que ella nos va a salvar? Ja Ja Ja... No estamos para bromas, ella no nos salvará, olvídalo. Luego de ponerse de acuerdo, salieron de la habitación Natalia, Marco y Chris, a través de una puerta adjunta a la chimenea, frente a la puerta que nos mantenía vivos; traté de impedirlo pero me fue imposible.

Me senté sobre un cojín que se encontraba en el suelo y callé por largo rato, no había nada de que hablar, sólo mi imprudencia.
Paloma y Eduardo se acercaron sigilosamente e hincados frente a mi, dijeron que no tomara en serio las palabras de Natalia, eran los nervios que habían tomado control sobre ella y no le permitía ver las cosas con claridad. Ahora necesitábamos estar más unidos que nunca, porque de lo contrario no saldríamos vivos de ésta. Al finalizar la última palabra, los golpes que eran parte de la atmósfera cesaron, y unos gritos probablemente de Natalia se escucharon en la habitación lateral. Iniciamos una carrera para auxiliar a nuestros amigos, al llegar, Naty estaba tirada en el suelo, tiritando como nunca antes, pálida y sin poder hablar.
Continuará...

Triatlón

 Mi cerebro está a punto de estallar. Me apresuro por ganar la carrera pero no me sé el camino.  Me alientan a llegar a la meta pero mis pas...